Crónica de Ismael de Prado para La Razón Con la minuciosa pluralidad de usos de una navaja suiza. Así, demostró ayer el extremeño Ginés Marín que le sobran registros en la cara del toro, perdón novillo aún, para lograr el triunfo. A sus manos fue a parar ayer la única oreja de la primera de esta recuperada Feria de Invierno de Vistalegre, de ambiente algo gélido en el tendido, pero de sabrosos condimentos sobre el ruedo con una terna rica en aptitudes frente a un encierro manejable de Daniel Ruiz. Ginés se echó de hinojos para comenzar a torear de muleta al quinto. Y vaya si toreó. En redondo, alargando la embestida. Muy despacio. Hubo un cambio de mano en el que discurrió media eternidad. Primoroso. Ya en pie, corrió la mano con gusto y dejó constancia de su clarividencia para improvisar mil y un remates. Algunos en un palmo de terreno. Como el epílogo, sin ayuda al final, en el que se cosió literalmente los pitones a la taleguilla para poner lo que faltaba a un utrero tan noblón como desfondado. Estocada hasta la yema y oreja.Previamente, con el altito segundo, tras un ajustado quite por saltilleras rematado con una preciosa larga cordobesa a compás abierto, el extremeño se gustó en una faena en la que toreó con gusto por ambos pitones. Desde los doblones iniciales rodilla en tierra hasta, otra vez, los vistosos remates que abrocharon cada tanda. Surtido de arrucinas, trincheras, circulares invertidos, pases del desprecio y varios cambios de mano, con mucho sabor. Pese a la nobleza del burel, le faltó un punto más de transmisión, lo que repercutió en la ligazón del toreo fundamental. Se le atragantó el verduguillo y la oreja, tan ganada como la del quinto, se esfumó.<>Resúmen de prensa de la actuación de Ginés Marín en Vistalegre.<>Fotos Fran Jiménez
PERERA A HOMBROS EN SU 20 ANIVERSARIO
Roca Rey cortó una oreja en el tercero. Juan Ortega