GINÉS MARÍN TRIUNFA EN LA FERIA DEL TORO DE PAMPLONA

Crónica de Ismael del Prado para MundotoroQuince días le faltaban al tercero para los seis años, un torazo de tremenda arboladura. Muy aparatoso y abierto de cuerna, de veleto, casi cornipaso. Ginés Marín brindó al público y se echó de rodillas para torear en redondo. Templado y con hondura, con el toro haciendo el avión. No dejó de perseguir la muleta el de Victoriano. Toro de nota. Ya en pie, corrió la mano por ambos pitones. Destacó, sobre todo, al natural. Dos tandas excepcionales, aunque le faltó un puntito de reposo por la bravura del animal. Nada sencillo ralentizar esas embestidas. Lo logró en un cambio de mano interminable. Idéntico al cantadísimo en su primera tarde en San Isidro. De nuevo de hinojos para cerrar el trasteo con la zurda. Sin embargo, la tizona no tuvo filo. Uno, dos, hasta tres pinchazos, antes de hundir al acero. Demasiado tarde. Vuelta al ruedo para una obra de premio grande.Ginés logró desorejar al sexto, otro toro con dos &lsquo,velas&rsquo, mirando al cielo. De enorme alzada y mucho pecho. Despegado del suelo y con cuello. Con plaza, el otro de Toros de Cortés. No tuvo la franqueza ni la bravura de su primero, pero el animal, que no barruntaba buen último tercio tras los primeros tercios, desarrolló buen fondo en la franela del extremeño.Toreo clásico y elegante, que fue a más con la zurda. Por ahí, el toro mostró más clase. Ginés no lo dejó escapar. Dos tandas macizas echándole los vuelos y enganchando la noble embestida. Subió la apuesta, a pies juntos. Con mucha pureza cada uno de los naturales. En tiempos de empacho de manoletinas y bernadinas, el epílogo, por ayudados, fue una delicia. Torerísimo. Se perfiló y esta vez enterró la tizona hasta la yema. Gran estocada. Rodó como una pelota el toro y los dos pañuelos blancos cayeron de manera consecutiva. Pamplona, entregada.