Saludó Leo Valadez, de blanco sin mácula y plata, con una tijerilla en el tercio con el envés del capote al segundo, de Jaral de Peñas. Un &lsquo,Arrogante&lsquo, para su confirmación. De lomo recto y algo corto, pero con los pitones bien puestos y de buenas hechuras. Galleó por chicuelinas y repitió suerte en el quite posterior, a compás abierto, de mano baja. Manseó lo suyo y tendió a buscar las querencias barbeando mucho en banderillas, tercio en el que se dolió mucho en el castigo. Descompuesto y muy rebrincado. Sin embargo, tras la ceremonia, el toro derivó en ese manso con nobleza. Valadez, muy inteligente y firme, planteó la faena en sus terrenos, entre las tablas y la primera raya. Ahí, le robó excelente naturales. Limpios, largos y muy templados. Tres tandas extraordinarias, pese a la difícil embestida del toro. Cada vez más al cobijo de las tablas, el azteca robó los pocos muletazos que le quedaban al animal, ya muy a la defensiva tras sentirse podido. Epílogo por bernadinas. Falló a espadas reiteradamente y todo quedó en ovación. Con muchas localidades ya despobladas, asomó el octavo y último de esta maratoniana segunda de la Temporada Grande. De enorme alzada, veleto y muy serio por delante, Valadez, casi tres horas de confirmar alternativa, recibió al astado a la verónica. Vistoso y jaleado el quite por zapopinas. Media docena cargando la suerte y la media de remate. Sin embargo, el toro mostró la misma falta de raza que la mayoría de sus hermanos. Chocó de lleno con las ganas del joven hidrocálido. Lo intentó, pero no hubo recompensa ni suerte en una tarde tan especial.
PERERA A HOMBROS EN SU 20 ANIVERSARIO
Roca Rey cortó una oreja en el tercero. Juan Ortega