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JOSELITO ADAME: 3 OREJAS EN SU ENCERRONA EN LA MÉXICO

Tarde madura y holgada de facultades de Joselito Adame, que desorejó a golpe de natural al noble segundo de Teófilo Gómez, y paseó otro trofeo del encastado quinto de Montecristo el Día de la Virgen de Guadalupe en La México

Es uno de los grandes dilemas cuando se anuncia una encerrona. Heroicidades que no siempre encuentran cuerda respuesta sobre el ruedo el Día D. Gestos sin éxito. Gestas sin calado. Carentes de sentido. Pues bien, la de Joselito Adame tuvo ambas. Triunfo y repercusión. Tres orejas para el torero hidrocálido que, sobre todo, exhibió su plenitud como torero, solventando su solo en la última de la Feria Guadalupana con un variado -no perdonó ni repitió un quite- abanico de caminos para abrir la Puerta Grande de La México. Mención especial para su faena con la zurda al segundo. &lsquo,Mexicano&rsquo, fue ese segundo. Y su paisano, Joselito Adame, que brindó a sus padres, lo cuajó al natural de manera soberbia. Tres tandas con profundidad y hondura, toreando muy despacio, templadísimo. El cárdeno de Teófilo Gómez también puso de su parte. Muy noble y con gran recorrido en sus embestidas. Ese andar clásico del toro mexicano. Lo supo acompasar Adame con su muleta. Algunos muletazos, puro dulce. Acto seguido, clavó la tizona verticalmente sobre el albero y dejó unas ajustadas manoletinas. Igual de ceñidas habían sido las chicuelinas del quite previo. Seis, quizás, siete lances. De mano baja y con sabor. Con La México entregada, se volcó sobre el morrillo y cobró una estocada entera de efecto fulminante. Dos orejas. El otro momento importante de la tarde llegó con el precioso quinto -girón, lucero y calcetero-. Bajo serio y bien hecho, tuvo casta a raudales. Lo recibió a portagayola. Luego, fue exigente en los primeros tercios. Se arrancó con celo en las jaleadas zapopinas y apretó de verdad en banderillas al torero, que atendió a la petición del público. Banderilleó con mayor entrega, toda, que tino. Luego, franela en mano, el de Montecristo mantuvo esa raza, aunque derivó en genio, a medida que avanzó el trasteo. A menos, protestó en la corta embestida y tendió a defenderse hasta terminar acunado en tablas. Entonces, Adame tiró la ayuda y terminó por luquecinas para reconquistar al tendido. El epílogo, por milimétricas bernadinas, mantuvo la intensidad. El estoconazo, en la suerte de recibir, terminó de poner una oreja de ley en su mano. Con un precioso capote de paseo en negro de la Virgen de Guadalupe había realizado el paseíllo, que concluyó con un respetuoso minuto de silencio en memoria del ganadero Fernando Ochoa Ponce de León y del banderillero Joaquín Angelino. De blanco y oro, sin mácula, comenzó su gesta con &lsquo,Siempre fiel&rsquo,, un toro de San Isidro que tuvo movilidad y transmisión desde que salió de chiqueros. Esos bríos minimizaron su tendencia a soltar la cara al final de la embestida. Se estiró a la verónica con gusto hasta llevarlo a la boca de riego. Buena, la media. Quitó por tafalleras con una larga afarolada de remate. En el trasteo, acrecentó esa misma condición: movilidad sin entrega. Le pudo ligar varias tandas con rotundidad. La mejor, al natural. Faltó una brizna de intensidad para prender la mecha. Además, se le atragantó el acero, y se esfumó del todo cualquier atisbo de trofeo. El tercero de Cieneguilla, de vuelta a los corrales, tras lastimarse después de saltar al callejón nada más salir de chiqueros. Salió en su lugar un sobrero abierto de cuerna y algo cornipaso de Montecristo. No ofreció opciones de lucimiento el burel suelto y huidizo. Tan sólo un vistoso quite de oro con el capote aprovechando las inercias de la res. Luego, en la muleta, se acobardó y enseguida buscó el abrigo de las tablas. Lo probó, sin fortuna, por ambas manos el hidrocálido, que hundió el acero para dejar una estocada hasta la yema. Más terciado y lavadito de cara, el cuarto, con el hierro de Villa Carmela, tampoco fue el colaborador deseado. Sin clase, soltó la cara en medias arrancadas. El quite, esta vez, por delantales, meciendo los brazos. Adame porfió por ambos pitones, pero comprobó pronto que no había nada que extraer del astado. Volvió a mostrarse muy efectivo en la suerte suprema. Silencio. Hondo y con mucho cuajo, el sexto era un tío. Muy serio por delante, el de Barralva no tuvo luego buen fondo en sus venas. Se esmeró de nuevo con la capa, el torero. Ahora, por caleserinas. Comenzó sentado en el estribo, en estampa añeja, pero no hubo mucho más. Le buscó las vueltas el torero azteca, obstinado, pero fue una labor sin recompensa ante un burel, quizás demasiado voluminoso, muy agarrado al piso. Se le atragantaron los aceros en este último capítulo de una encerrona que sirvió, sobre todo, para constatar la madurez y variedad de recursos de un torero que lo bordó al natural en el segundo.FOTOGRAFÍAS: TADEO ALCINA. APLAUSOS <>VIDEO RESUMEN<>

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