Valedor Nº 49, de Zalduendo, nacido en febrero de 2012, negro, de 444 kilos de peso se enchiqueró en sexto lugar para la encerrona solidaria de Ginés Marín en Olivenza. Salió de chiqueros fuerte, con buen tranco, colocando bien la cara, volviéndose con raza, exigente. Ginés Marín, que ya llevaba en el esportón cinco importantes orejas, lo recibió en Ordóñez, rodilla en tierra y ganando terrero para, en los medios, rematar con una media de rodillas. Recibió dos puyazos. El primero lo tomó al relance del picador que hacia puerta. El tercio de banderillas Ginés Marín quiso compartirlo con Javier Ambel, torero de plata de su cuadrilla y con Joaquín Ribeiro ##Cuqui##, sobresaliente en la gran tarde de Olivenza. Tras dos buenos pares de ellos, llegó el turno de Ginés que citó de rodillas al novillo para ponerle un par al quiebro. La plaza, a gritos de torero, torero, ovacionó con fuerza el tercio de banderillas vivido. Tras pedir permiso al presidente para la última faena de la tarde, Ginés Marín brindó a toda su cuadrilla con unas sentidas palabras. Y se fue a la cara del novillo cosciente de la clase y calidad que atesoraba el bravo Zalduendo. De hinojos, empezó de uno en uno por arriba, buscando la liganzón hasta que lo consiguió. Tras una ajustada e improvisada arrucina, le pegó un muletazo por arriba y el siguente, por el derecho, completamente abandonado, con la barbilla hundida en el pecho, le pegó un derechazo extraordinario. Templadísimo, sin apenas toque, ese muletazo y los que siguieron hasta que remató con el de pecho, pusieron al público de nuevo en pie tras una grandiosa serie. A partir de ese momento, Ginés Marín perdió la noción de todo, incluido el tiempo y se abandonó en series por ambos pitones muy profundas, enganchando muy ##alante## para vaciar al final, llevando al gran Zalduendo muy embebido en la muleta. Los toques continuaban casi inexistiendo. El temple, la naturalidad, la suavidad, la torería, a raudales. Ya en el final de la faena, con la izquierda, se pudo de frente al novillo. Encajado, sin exageraciones, tremendamente natural, lo citó cargando la suerte. El segundo natural, antológico. Perfecto. El toreo. Y el pase de pecho, vaciándolo en el hombro contrario, con la suerte completamente cargada, superior. Torero, novillo y público completamente entregados. Ginés fue a por la espada y tras pinchar en todo lo alto, en el siguiente encuentro le pegó una estocada hasta la bola. El novillo tuvo muerte de bravo, lo que fue el Zalduendo. Se le concedió justamente la vuelta al ruedo a Valedor Nº 49. Y Ginés cortó las dos orejas y abandonó el Coso de Olivenza rodeado de gente joven, a gritos de torero, torero, por la Puerta Grande tras una grandiosa faena que completaba una tarde de siete orejas para la historia del coso oliventino.
PERERA A HOMBROS EN SU 20 ANIVERSARIO
Roca Rey cortó una oreja en el tercero. Juan Ortega